Falaropo picofino: máquina de coser
Escuraflascons becfí - Phalaropus lobatus (Red-necked Phalarope)
La mitad de lo que aquí digo, ya lo dije en el articulillo sobre el falaropo picogrueso (escuraflascons becgròs).
Hay un pequeño tanto por ciento de aves que, en lo que a roles de pareja atañe, funcionan al revés de la mayoría. Del chorlito carambolo (corriol pit-roig) ya hablé en “Conócelas” pero el trío más representativo de esta peculiaridad son los falaropos, quienes tienen tanto éxito reproductivo como el resto de limícolas. Hay tres especies de falaropos: picofino, picogrueso y tricolor. Y en las tres, es la hembra la que elige y defiende el territorio, a la greña con otras hembras. Por una vez, ellas son más vistosas que los machos y ellos se quedan solitos para incubar los huevos que puso su señora. El macho también es quien se encarga de sacar adelante, en solitario, a la prole que, por suerte, como en tantas limícolas, nace muy adelantada (pollos nidífugos).
Aun siendo una rareza, el picofino resulta el falaropo menos difícil de ver en Catalunya. De punta de pico a punta de cola mide entre 18 y 20 cm. Los tres falaropos, en plumaje de eclipse, presentan libreas blancas y grises con algún toque de negro que son francamente complicadas de identificar. Sin embargo, en plumaje nupcial no hay confusión posible. En la foto de cabecera os muestro un ejemplar invernal de picofino que retraté en la Maresma (Delta del Llobregat) en enero del 2023. En la imagen de abajo muestro una hembra reproductora. El macho, en esa época, es una versión descolorida de su compañera.
Los falaropos emplean diversas tácticas para capturar los pequeños invertebrados de los que se alimentan pero una de ellas la tienen en exclusiva: empiezan a girar sobre sí mismos como una peonza, alcanzando una velocidad máxima de 54 vueltas por minuto. Eso genera en el agua un remolino succionador que hace subir invertebrados acuáticos a la superficie desde una profundidad de hasta 50 cm. Entonces, en pleno furor derviche, los falaropos, cual máquinas de coser, picotean rápidamente la superficie para pillar unas víctimas “abducidas” hacia arriba y quizás un tanto mareadas.
En la tundra, donde el falaropo picofino pasa la primavera y parte del verano, come moscas en todas sus fases, del huevo al adulto, pero también otros insectos y alguna araña. Durante el invierno – que transcurre en el mar, generalmente lejos de la costa – se nutre de copépodos, zooplacton y cualquier bichito minúsculo que se le ponga a tiro.
El nido es un raspado en el suelo de entre 6 y 10 de diámero y 2 a 4 cm de profundidad. Machos y hembras hacen varios de esos intentos. La hembra echa trozos de vegetación en algunos de ellos hasta que se decide a poner los huevos en uno. Tras la puesta del primer huevo, el macho sigue echando trozos de líquen y juncias en el nido: termina de “construir” tras el tercer y último huevo. Normalmente la hembra hace una sola puesta, excepcionalmente dos.
Esta limícola es migratoria y, en época de cría, se distribuye por toda la tundra continental del hemisferio norte aunque también en algunas islas del norte de Canadá (Baffin, Victoria…), el sur de Groenlandia, Islandia y las Aleutianas. Como muy al sur se reproduce en Irlanda y el extremo oriental de Canadá (costas de Newfoundland). Declinando el verano empieza a viajar hacia el sur y se concentra en cuatro regiones; la costa pacífica de Centroamérica, las aguas abiertas a cientos de kilómetros al este de Perú, la plataforma continental del S.E. de la península arábiga y una región del sureste asiático delimitada por Borneo, Filipinas, Timor y el Mar de Bismark, al norte de Papua Nueva Guinea,“cerrado” en su lado oriental por las islas de New Britain y New Ireland.
Si bien se constata que la distribución del falaropo picofino se ha reducido localmente en los siglos XIX y XX, en general no presenta problemas de conservación ya que las tundras donde cría tienen baja población humana y, en consecuencia, siguen siendo razonablemente seguras. La IUCN lo considera “no amenazado”.
