Golondrina dáurica: el albañil paciente
Oreneta cua-rogenca – Cecropis daurica (Red-rumped Swallow)

16 junio 201815 junio 2018 Salvador Solé conócelas

El género Cecropis abarca seis especies de golondrinas; cuatro son africanas, una es endémica de Sri Lanka y la otra, “nuestra” Cecropis, resulta la más extendida; está presente todo el año en una estrecha franja al sur del Sáhara, en la India y el sureste asiático. Pero tiene poblaciones migratorias que crían en la península ibérica, norte de Marruecos, SE de Francia, norte de Italia y, desde allí hacia oriente, con una distribución “salpicada” hasta Japón, este de China, norte de Mongolia, SE de Rusia… Durante el invierno boreal, algunos ejemplares, llegan a puntos del norte de Australia.

Sus catorce subespecies podrían ser separadas según algunos expertos en al menos cinco especies, aunque de momento (2018) se mantiene como una única especie.

En el año 2002 se estimaba (Atlas del ICO) que solo un máximo de 360 parejas criaba en Catalunya así que ésta es, con gran diferencia, nuestra golondrina más escasa. Pero, al menos por entonces, se consideraba que estaba expandiéndose a buen ritmo y quizás ahora las cifras sean superiores. Aun así, me sigue alegrando mucho ver alguna. Según el Atlas del ICO (año 2002) es más frecuente en la franja litoral entre Port de la Selva y la frontera francesa, siempre en los barrancos secarrones, valles agrícolas con algo de roca y hábitats similares que le son propios. Aunque no migrará hasta finales de verano (septiembre), la suelo encontrar, entre mediados de abril y junio, en el trayecto de carretera que va desde El Cogul hasta kilómetro y pico al sur de Castelldans (Lleida). En paso migratorio puede aparecer en cualquier sitio, sobre todo en humedales como Aiguamolls de l´Empordà y Delta del Llobregat.

En Catalunya se puede encontrar en la franja litoral entre Port de la Selva y la frontera francesa.

Una adivinanza tonta: ¿En que se parece la golondrina dáurica a un esquimal de las Antípodas? En que construye su nido en forma de iglú, pero al revés, pegado al techo. Normalmente, debajo de un puente. Antiguamente se creía que en el sur del globo terrestre – un lugar imaginario que se llamó las Antípodas – la gente caminaba bocabajo. Si allí viviesen esquimales (solo los hay en el Ártico) montarían su iglú como el nido de la golondrina dáurica. Bromitas a parte, de las cuatro golondrinas que construyen nido de barro en Europa, la dáurica es la que más se lo curra ya que no hace una media copa abierta como el avión roquero (roquerol) o la golondrina común (oreneta vulgar) ni una media copa casi cerrada como el avión común occidental (oreneta cuablanca); con frecuencia, la dáurica no aprovecha esquinas, así que crea una media esfera completa (no una media semiesfera) y, además, le añade un medio tubo de entrada de hasta 25 cm de largo. Eso significa muchos más viajes a por barro que los que debe hacer cualquier otra golondrina europea, así que la dáurica se ríe las albañiles con prisas.

Atención a la taxonomía de este bicho ya que, según algun@s expert@s, sus catorce subespecies podrían llegar a ser separadas (splitadas) en cinco especies. Por ahora (junio 2018), BirdLife las mantiene como subespecies.

De punta de pico a punta de cola mide entre 16 y 22,5 cm (según la subespecie) y carece de dimorfismo sexual, es decir, entre machos y hembras no hay diferencias que se puedan observar en el campo. Los jóvenes, que vuelan en verano, tienen el obispillo blanco y la cola corta, motivo por el cual, si no nos fijamos bien, se podrían confundir con el avión común occidental. No cabría esperar sorpresas en la dieta de una golondrina; la dáurica, previsiblemente, se alimenta de insectos voladores; moscas, coleópteros, termitas, abejas y demás.