Inesperada sorpresa: pareja de pico menor
por los campos del nordeste de Terrassa con los prismáticos a cuestas
Como suelo hacer en tantas ocasiones, el domingo 29 de enero decidí salir a dar un paseo matutino por los campos del nordeste de Terrassa con los prismáticos a cuestas como única herramienta de observación. Recorrí dos torrentes en busca del zorzal real al que vi el año pasado pero que este año, por el motivo que sea, no aparece. Después de haber visto mitos, verderón común, un agateador e incluso un busardo ratonero y de observar a un chochín en pleno canto y ya casi al acabar el paseo me llamó la atención un pajarito que iba subiendo por el tronco de un chopo seco bastante grueso.
Los prismáticos me devolvieron, para mi sorpresa, un macho de pico menor macho, ¡y yo sin la cámara de fotos!
Estas cosas suelen pasar pero como estaba cerca de casa, salí pitando a buscar la cámara. Al regresar al lugar del avistamiento y como también suele pasar el pajarito ya no estaba. Así que me armé de paciencia y me dije “voy a esperar un tiempo prudente y a ver si hay suerte de que vuelva a aparecer“. Al cabo de unos veinte minutos y para más sorpresa todavía apareció la pareja, un pico menor hembra. Me desbordó la emoción al pensar “¡hay una pareja¡“.
Total, empecé a enfocar y disparar fotos a unos diez o quince metros de distancia no sin tener que pisar el suelo embarrado y sortear las ramas de los arbustos al pié del chopo, porque estas cosas a veces no son tan fáciles como llegar y besar el santo. Al momento apareció también el macho y por momentos se iban turnando: ahora aparece el macho, ahora aparece la hembra y ahora se van los dos y a volver a esperar a que aparezcan. Destacar que en algunas de sus apariciones se dedicaban a picotear la corteza del árbol, supongo que buscando bichitos que comer, emitiendo un sonido fuerte y grave bastante identificable.
Estuve así durante más de una hora, sintiendo malestar en el cuello de estar todo el rato mirando para arriba (menos mal que el chopo no era gigantesco) y hasta cansándome de aguantar el teleobjetivo que pesa como un muerto, descansando los brazos en los momentos en que abandonaban el árbol.
Total que llegó un momento en que ya casi no se dejaban ver por lo que decidí que ya tenía suficiente, habiendo disfrutado muchísimo sobre todo haciéndoles fotos y solo cogiendo los prismáticos para localizarlos puntualmente porque observar a este pajarito que no para de moverse es realmente complicado.
¡Felicidades, José Luis! Este tipo de aves, escasas y difíciles de avistar, siempre suponen un alegrón. Más aun cuando el descubrir una pareja indica la posibilidad de que se instalen en la zona y críen. Gracias por el artículo y la buena noticia.
A pesar de lo que a veces piense uno mismo… hay que salir a observar la naturaleza, a disfrutarla y con la cámara a cuestas poder dejar constancia para el resto de mortales. No por incrédulos, sino por poco avezados a la observación ornitológica, que pueden perderse avistamientos como este. Magnífico reportaje, José Luis, a ver si te prodigas más. 🙂