Pardela cenicienta mediterránea: hay que hacerse a la mar
Baldriga cendrosa mediterrània - Calonectris diomedea - Scopoli´s Shearwater

Para la mayoría de la gente, las aves pelágicas (pardelas, paíños, petreles, albatros…) son difíciles de ver ya que vuelan lejos de la costa, nidifican en islas y solo tocan tierra unos pocos meses al año, en zonas inaccesibles y, excepto los albatros y algunas más (alcatraces, álcidos…) durante la noche. Aunque con telescopio y paciencia no es raro divisarlas desde las costas continentales, a poco que los vientos colaboren y el lugar sea adecuado (un cabo o similar), lo difícil es disfrutar de los detalles. Para eso hay que hacerse a la mar; las fotos que ilustran este articulillo están tomadas desde la cubierta de sendas embarcaciones. Estad atentos a la salida marina de SEO/Catalunya (en primavera), que se anuncia en las actividades del boletín de SEO/BirdLife y, por otro lado, las del GEPEC (Tarragona, de octubre a mayo).

La pardela cenicienta mediterránea cría en todas las islas grandes de ese mar, con la curiosa excepción de Creta, y también en muchas islas pequeñas e islotes. Hay citas ocasionales de cría en las atlánticas Islas Selvagens. Durante todo el año se la pueda hallar en cualquier punto del Mar Mediterráneo pero no parece que salga al Mar Rojo por el Canal de Suez. Tampoco entra en el Mar Negro, lo cual es curioso porque, fuera de la época reproductiva, sí que atraviesa, a miles, el Estrecho de Gibraltar y se extiende por el Océano Atlántico desde el sur de Inglaterra hasta el Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica) y, por el oeste, llega al litoral brasileño. Tras tan amplio “tour” regresa al Mediterráneo cuando toca criar, hacia el mes de marzo.

De punta de pico a punta de cola mide entre 44 y 49 cm, alcanzando los 135 cm de envergadura alar. Machos, hembras y ejemplares juveniles presentan el mismo aspecto y se ríen de la gaviota patiamarilla (Gavià argentat), que tarda cuatro años en adquirir el plumaje adulto.

La hembra de la pardela cenicienta mediterránea solo pone un huevo al año y el 12% de ellas se salta algún año. Nidifica en huecos o madrigueras enclavadas en acantilados, laderas con fuerte pendiente o bajo bloques de roca, a veces tan lejos del mar como se puede estar en una isla del mediterráneo. Suele formar colonias laxas. Papá y mamá vuelan largas distancias para capturar el pescado con el que alimentarán a los pollos quienes se quedan solos en casa, a veces durante dos o hasta tres días. Se han registrado desplazamientos máximos de 750 km por parte de adultos en busca de comida para su retoño.

Como ya sabéis, las aves pelágicas son de las que más están sufriendo por causa del ser humano; asfixiadas en redes, atragantadas con anzuelos de palangre, consumiendo plástico a mares y diezmados sus pollos en las colonias terrestres por animales introducidos; cabras, gatos, hurones y ratas. Las pardelas ya tienen sus depredadores naturales, como el halcón peregrino (Falcó pelegrí), el búho real (Duc) y el zorro (Guineu). Por eso multiplicar la depredación sobre el único huevo o pollo que cada pareja (y no todas) intentan sacar adelante cada año resulta desastroso. Hasta donde alcanza el ínfimo presupuesto que las instituciones pueden o quieren destinar a ello, esos problemas se están abordando; artes de pesca que no pescan aves, erradicación de depredadores introducidos, campañas contra el plástico… Luchando en ese frente encontramos, entre otros organismos, a la delegación de SEO/Catalunya, con campañas dirigidas a los pescadores (projecte ZEPAMED) y al GOB en las Islas Baleares, controlando las colonias. Allí donde las medidas se pueden aplicar al 100% los resultados son muy positivos pero hay poca voluntad política (que es tanto como decir social) para destinar presupuestos suficientes y aplicar los sistemas de protección de manera permanente. No será por falta de profesionales ni porque dichas labores carezcan de urgencia. Tras estás lamentaciones, es bueno poder decir que la pardela cenicienta mediterránea no es la pelágica que peor lo lleva; aunque sigue en declive, todavía resiste y es relativamente abundante; los conteos del paso otoñal por el Estrecho de Gibraltar, cuando muchas se van de vacaciones al Atlántico, arrojan cifras de entre 150.000 y 211.000 ejemplares. Varias islas mediterráneas han sido declaradas reservas integrales y muchas colonias disponen ya de diversos grados de protección. Para la pardela cenicienta mediterránea, asegurar la supervivencia de los adultos se ha demostrado más efectivo que la desratización, cosa que no es así para algunas aves pelágicas de menor tamaño.

En cualquier caso, parece que vamos por el buen camino y actualmente la especie está clasificada como de preocupación menor.

Por último debo mencionar que en, un pasado reciente, los taxónomos de BirdLife han separado a la pardela cenicienta mediterránea de la pardela cenicienta canaria (Calonectris borealis); lo que antes eran subespecies de la pardela cenicienta ahora se consideran especies por derecho propio. Pero las diferencias de aspecto son tan sutiles que muchos ejemplares resultan indiferenciables. Y ojito, porque algunos individuos de pardela cenicienta canaria se adentran en el mediterráneo hasta poco más allá de las Islas Baleares y hay citas de cría en las Columbretes e incluso en la isla Giraglia (Francia, cerca de Córcega) lo cual lo lía todo bastante. De ahí que no todos los taxónomos aplaudan este “split”.

Pardela cenicienta en vuelo (Premiá de Mar 6-10-2012 – Foto de Salva Solé)

Las aves de la A a la Z SEO Birdlife
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Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.

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