Memorias de un pajarero confinado

Esta mañana mientras miraba desde el balcón de mi casa he visto a una pareja de cernícalos comunes volar sobre el parque, he ido a por la cámara de fotos a ver si podía pillarlos pero se habían marchado. Ellos no están confinados.

En estos días de encierro, y ahora que llega la primavera, echo en falta mis paseos por parques y ríos, montes y estepas, para ver e intentar fotografiar aves, pero ¿por qué y cuándo me dio por esto?

Colirrojo tizón. Foto de Javier Ruíz.

Yo, como todos los aficionados a la naturaleza de este país, tenemos un referente común: Félix Rodríguez de la Fuente. Recuerdo perfectamente un programa de TVE (la única en aquellos tiempos), obviamente en blanco y negro, que se emitía los sábados después de comer,  se llamaba “Fin de semana” donde trataba temas relacionados con animales. Posteriormente ya tuvo proyecto propio: “Félix, el amigo de los animales” un programa de divulgación para escolares. La enciclopedia Fauna ya fue el remate para engancharme.

Con los años y el paso de la infancia a la adolescencia, perdí interés por la naturaleza, porque me volví “progre e intelectual”. Pero siguió pasando el tiempo y me curé de ese cambio.

Milano negro. Foto de Javier Ruíz.

No puedo precisar una fecha concreta, ni tan siquiera un año. ¿Cuándo empecé a interesarme por el mundo de las aves? No lo sé y tampoco voy a celebrar aniversarios, porque de eso hace mucho tiempo ¿treinta años? Más o menos.

Y ¿como sucedió el milagro?, pues por casualidad, como muchas de las cosas importantes de  la vida.

En unas vacaciones estivales por la Costa Brava vi una señalización que ponía: “Aiguamolls de L’Empordà” y decidí ir a ver que era aquello. Y allí comenzó todo. A partir de esa visita mi interés por la ornitología fue creciendo, me compré el equipamiento básico del pajarero: una guía de aves y unos prismáticos (la libreta la añadí al equipaje un poco después, la experiencia también enseña) y me tiré al monte.

En las primeras salidas fui descubriendo que todos los pajarillos pequeños no eran gorriones, y que todas las palomas no eran de la misma especie. Vamos lo mismo que os habrá pasado a vosotros.

Pero un pajarero autodidacta no avanza.

Carraca terrestre colilarga. Foto de Javier Ruíz.

Hice mi primera visita a Doñana (cuando todavía estaba en todo su esplendor) y allí me di cuenta de que esto era muy complicado. Había un montón de aves que se movían por las zonas húmedas, que parecían iguales pero que no lo eran ¿y qué eran? Limícolas, eso lo tenía claro, pero nombre y apellidos como que no.

Tenía que aprender de alguna manera. Conocí y me hice socio de SEO y me apunté a varias excursiones organizadas por SEO Calidris (antecesor de la Delegación SEO-Catalunya): La primera fue a la Camarga (de eso sí tengo fecha: 26 de febrero de 1996) con un resultado espectacular: un montón de “bimbos”. Y desde ahí hasta ahora, que sólo han pasado 24 años.

Foto de grupo SEO Calidris.

En estos años he visitado bastantes lugares interesantes para ver aves, tanto en España como en otros países, que no voy a enumerar porque no tiene interés, como tampoco interesa el número de especies diferentes que he visto, aparte de que este dato tampoco lo conozco yo, aún no he tenido tiempo de unificar en una todas las listas.

Lo que si me interesa recordar son las emociones que me ha proporcionado el pajareo, recuerdos que se mantienen en mi cabeza a pesar del tiempo transcurrido.

Calao de pico amarillo. Foto de Javier Ruíz.

Antes he hablado de mi primer viaje a Doñana, donde vi, volando sobre el Guadalquivir, mi primera águila imperial, y también un intento de caza de un halcón peregrino. No hace mucho tiempo en Villafáfila fui “rodeado” por más de 20 búhos campestres que salieron de su escondite. O los amaneceres en Gallocanta con la salida de miles de grullas hacia sus zonas de alimentación, o la cola del embalse de la Serena donde convivían bajo la lluvia decenas de Cigüeñas, avutardas y grullas. Un recuerdo muy especial fue el de una excursión en barco por el Cabo Norte para observar aves marinas: centenares de frailecillos, alcas y araos, rodeaban el barco, y mi hijo al micrófono dando información al resto de viajeros de lo que estábamos viendo.

Búho campestre. Foto de Javier Ruíz.

Otros recuerdos corresponden a escenas “especiales” como por ejemplo ver a una águila Cafre levantar del suelo a una cría de impala en Masai Mara, evidentemente no pudo mantenerla en el aire mucho rato pero yo estaba embobado y fui incapaz de disparar ni una sola foto. Sufrir el ataque, con “bombardeo” incluido, de decenas de charranes árticos: me lo merecía por invadir sus terrenos de cría sin darme cuenta. Asistir a la representación teatral de un archibebe común haciéndose el herido para intentar alejarme de su nido. Hay muchísimas más pero no quiero aburrir.

Águila pescadora africana. Foto de Javier Ruíz.

Como veréis no hago mención a ningún “superbimbo”, si ocurre pues bienvenido sea, pero prefiero disfrutar del espectáculo de las aves sin más condicionantes, observar a un herrerillo común haciendo “posturas” en un árbol para poder alimentarse es más que suficiente.

Esta afición al pajareo me ha llevado a conocer lugares increíbles, que de no haber sido por este motivo habrían pasado inadvertidos para mí.

Pero también y no menos importante me ha permitido contactar con otros locos que, como yo, son capaces de levantarse de madrugada un sábado, hacer un montón de kilómetros y soportar las inclemencias del tiempo, para disfrutar de este espectáculo que la naturaleza nos ofrece.

No sé si esto que he escrito le podrá interesar a alguien, al fin y al cabo no dejan de ser experiencias personales, parecidas a las de alguno de vosotros, pero es lo que yo os puedo contar.

Aunque se me quedan en el tintero reivindicaciones y protestas que quizás, otro día de reflexión como el de hoy, me inspire para compartirlas con vosotros.

Javier Ruiz

Ornitólogo, fotógrafo, y viajero. Socio de SEO desde hace más de 25 años y colaborador del Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010.

4 comentarios en «Memorias de un pajarero confinado»

  • el 29 marzo 2020 a las 16:49
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    Muy buen artículo que suscribo completamente, es maravilloso incrustarse en la naturaleza y hacerse uno con ella, sólo dejarse llevar, observar, aprender y maravillarse con ella.

  • el 28 marzo 2020 a las 15:57
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    Nunca sobra el transmitir las cosas buenas que se sienten y se han vivido. Ni demostrar que la naturaleza está llena de maravillas para quien no haya perdido el asombro infantil a cerca del mundo con que nacen la mayoría de personas, incluso las que pasaron por un sarampión “progre e intelectual”. Las fotos, muy bien escogidas y oportunas. Gracias por el artículo, Javier.

  • el 27 marzo 2020 a las 10:58
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    Javier muy interesante. No conocía tantas andanzas pajareras tuyas; me ha gustado mucho leer todas tus experiencias y ver esas fotos interesantes que nos ofreces.

  • el 27 marzo 2020 a las 01:31
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    Fotos increíbles y artículo muy bonito!

Los comentarios están cerrados.

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