Pajarear en Barcelona: el parque de Diagonal Mar
Los terrenos industriales que ahora forman la zona de Diagonal Mar —la antigua fundición Macosa (o Can Girona, como se conocía en el barrio) — se habían convertido en tierra de nadie y a finales del siglo pasado, el Ayuntamiento de Barcelona firmó un gran proyecto urbanizador de la zona que permitía unir la ciudad con las playas recuperadas en su litoral.
Todo el proyecto ocupa una superficie de más de 340.000 m2 de uso mixto, con viviendas, oficinas, un centro comercial, hoteles y el parque de Diagonal Mar.
Este parque, construido entre 1999 y 2002, es obra de los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue, y con sus 14,3 Ha es el tercer parque urbano más grande de la ciudad y también uno de los más modernos.
En una zona adyacente, queda el recuerdo de La Torre de les Aigües (construida en 1882) en la que figura el nombre “Besós”, por haber pertenecido a una compañía que pretendía utilizar el caudal subterráneo del cercano río, y que no recibió autorización por la alta salinidad de sus aguas y que pasaron a ser propiedad de Can Girona (MACOSA) que las utilizó con fines industriales… (Ver artículo titulado “El otro río de Barcelona”).
Es este un parque donde están presentes el verde de la vegetación y el azul del agua. Montículos cubiertos de césped y grandes zonas llenas de vegetación que rodean un gran lago de más de una hectárea, son los protagonistas. Anchos senderos, taludes, hierba, numerosas especies de árboles y flores que le dan color y que favorecen la proliferación de avifauna diversa en cualquier época del año.
Pero a pesar de ello, la falta de concienciación de la administración y los “compromisos” de las entidades que lo gestionan (léase Distritos municipales o el propio Ayuntamiento) hacen inviable una población estable, por ejemplo de anátidas o ardeidas ya que los lagos se secan y limpian anualmente, así como la vegetación circundante, que se elimina por completo por lo que ranas, otros pequeños anfibios y pececillos desaparecen y las aves dejan de encontrar allí alimento.
¿Motivos? Mantener en perfecto estado de limpieza y desinfección el estanque, sin tener en cuenta la biodiversidad.
¿Es necesario hacerlo cada año? Pues muy probablemente, no. (No se hace en otros parques, ni de Barcelona ni de otras ciudades) Pero como los contratos administrativos así lo contemplan, pues así se hace, más aún cuando en su momento hubo vecinos que se quejaban de que el “ruido” producido por el croar de las ranas les impedía el descanso.
Pues bien, el Parc de Diagonal Mar quizás sea uno de los lugares de la ciudad donde más aves distintas pueden verse.
El ornitólogo Ricardo Ramos, tiene censadas más de 140 especies desde 2002, año en que se inauguró.
Precisamente acompañados de Ricardo, el pasado 15 de octubre, estuvimos intentando avistar el mosquitero bilistado (Phylloscopus inornatus) que este otoño se está dejando ver por varias zonas de nuestra ciudad pero a pesar de que la tarde anterior sí tuvieron suerte los que por allí pasaron, nosotros no fuimos afortunados.
También este lluvioso otoño ha favorecido que, lo que no hace el Ayuntamiento, lo haya hecho la Naturaleza (una vez más) y uno de los lagos artificiales que llevaba mucho tiempo seco, ha vuelto a tener agua gracias a las abundantes lluvias caídas.
Este fue uno de tres los destinos del fallido proyecto de las Cajas Nido que pusimos en marcha febrero de 2015, que desaparecieron misteriosamente de las ubicaciones en las que fueron colocadas.
Pero en este parque, tan favorable para el establecimiento de colonias, las numerosas aves que se pueden ver siempre están de paso, desde la playa, el cercano río Besòs, o el también cercano Parque de la Ciudadela. A pesar de todo, no dejéis de pasar cualquier mañana o tarde por él. Seguro que si no lo conocéis os llevareis una grata sorpresa.
Y para ir haciendo boca, os dejo el enlace del Blog del compañero Ricardo, que tiene un montón de seguidores, lo cual no es nada extraño por la cantidad de información que en el mismo publica: “Aves del Parc de Diagonal Mar”
Yo hago tres o cuatro visitas anuales a ese parque, sobre todo en primavera y otoño, que es cuando más “sorpresas” se pueden dar gracias a la migración. Me uno a Montse (y ya no digamos a Ricardo Ramos) en recomendarlo. Su entorno de rascacielos – y algunas extructuras duras y feas de narices que pretenden “decorar” el parque – hacen todavía más sorprendente su variedad ornitológica. Buen artículo, Montse.