Correlimos zarapitín: manchas rojizas
Territ becllarg - Calidris ferruginea (Curlew Sandpiper)
En Catalunya hay como 34 especies de limícolas que no fallan ningún año; algunas son residentes, como el alcaraván común (Torlit) algunas vienen a criar, como el chorlitejo chico (Corriol petit), otras se quedan a pasar el invierno, como la avefría europea (Fredeluga) y las hay casi estrictamente migratorias, como nuestro protagonista de hoy. Además nos visitan varias especies raras, como el correlimos pectoral (Territ pectoral) que son regulares pues casi cada año se reporta algún ejemplar. Por último están las divagantes, como el correlimos falcinelo (Territ becadell) que pueden estar ausentes tres años seguidos. En resumen, cada año, en Catalunya se registran al menos 40 especies de limícolas y eso convierte a esta familia en la más numerosa, en cuanto a especies, superando a las rapaces y las anátidas, por ejemplo. Por eso no os extrañe que sigan apareciendo limícolas y más limícolas en “Conócelas”.
Morfológicamente, el correlimos zarapitín se parece mucho al correlimos común (Territ variant) aunque tiene pico y patas algo más largas; en plumaje invernal (foto de cabecera) hay que tener el ojo habituado para distinguirlo de su pariente. Sin embargo, en plumaje estival es muy distinto: la foto de abajo muestra un ejemplar que conserva al 70% la librea reproductora. Como es ave de paso y suele ir en pequeños grupos, siempre hay algún individuo que presenta “manchas” rojizas y lo delata de sobras.
De punta de pico a punta de cola mide entre 18 y 23 cm. Cuando la pareja luce el “traje de novios” (entre abril y junio) se aprecia que las hembras tienen un tono teja algo más claro que los machos pero eso si los ves juntos y con buena luz. En época reproductora se alimenta de insectos y sus larvas, sobre todo moscas y escarabajos. En invierno su dieta se compone de pequeños gusanos, moluscos, camarones, crustáceos, anfípodos, copépodos y, seguramente, comería loquépodos si existiesen.
La vida del correlimos zarapitín oscila entre la tundra (litoral o de interior) con lagunas de agua dulce – ecosistema donde cría – y los humedales de todo tipo en invierno, desde lagos interiores a lodos mareales, estuarios, salinas, etc… Yo lo veo cada año en ambos pasos, sobre todo en el Delta de l’Ebre pero igualmente aparece en Aiguamolls de l’Empordà y en el Delta del Llobregat.
Pertenece al grupo de quienes se ríen de las distancias pues su área de cría se localiza en el remoto norte siberiano, entre las provincias Yamalo-Nénets y la de Chukotka, pero a finales de verano inicia un largo viaje que igual lo puede llevar hasta Sri Lanka que a Tailandia e incluso a Tasmania. Por el otro lado, volando hacia el SO, atraviesa Europa y mientras que algunos ejemplares pasan el invierno en humedales de Marruecos y las Islas Canarias, otros se estiran hasta Madagascar y la punta más meridional de Sudáfrica.
Las dificultades de acceso a su amplia área de cría y la enorme extensión que ocupa fuera de la época reproductora, complican censar esta especie pero hay suficientes indicios como para que su estatus de conservación sea “casi amenazado” ya que, como en el caso de tantas otras aves, desde que se llevan registros se constatan descensos en su presencia local.
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