Paseos por África – MADAGASCAR

CAPÍTULO V – MADAGASCAR

La idea de conocer este país surgió como consecuencia de la lectura de un libro de Gerald Durrell “Rescate en Madagascar”. En principio la intención era viajar en 2009, pero un inoportuno golpe de estado me obligo a aplazarlo al año siguiente.

Madagascar es la cuarta isla por extensión del mundo con 587.000 km2 que está habitada por 24,4 millones de habitantes que pertenecen a 18 etnias diferentes. Ocupa el lugar 162 de 189 en el índice de desarrollo de la ONU: es extremadamente pobre y se nota desde el momento en que pisas el país.

Por otro lado es unos de los países con mayor biodiversidad del planeta con 200.000 especies de seres vivos de las que el 80% son únicas en el mundo.

En el aspecto ornitológico su avifauna no es muy abundante, 309 especies pero de esas 108 son endémicas (pude ver unas 60). Me hice, no sin dificultad, con una guía “Birds of Madagascar” la única que encontré y que resulto ser una porquería (en lugar de dibujos, fotos y además malas).

Y ya la búsqueda de la naturaleza, el primer contacto fue en el Parque de Andasibe – Mantandia. Es una selva tropical exuberante con un elevado índice de humedad. Enseguida me di cuenta que, tanto la observación como la fotografía iban a ser muy difíciles: a los inconvenientes antes citados había que añadir la falta de luz y lo intrincado del terreno…

Aquí vi las primeras aves, la tórtola malgache, el cua azul, el cua frentirojo… Pero la estrella de este parque es el lemur indri, el más grande de los que sobreviven en la actualidad. Antes de verlos fui consciente de su presencia: emiten un grito sobrecogedor que se oye a mucha distancia. De cerca parecen “animalitos de peluche”. También observé las evoluciones del sifaka diademado al que sus saltos de más de 6 metros para desplazarse por los árboles le convierten en el trapecista de la selva.

Lemur indri – Fotografía de Javier Ruiz

Además pude observar varias especies de camaleones, en Madagascar viven el 50% de los camaleones del mundo, como el camaleón pantera, de parsons, verrugoso, etc.

Luego estuve en el P.N. de Ranomafana. Es un ejemplo típico bosque nuboso. ¡Y tan nuboso! ¡Llovió todos los días!, pero esto no fue impedimento para ver bastantes especies de aves como: el búho, el cucal, la lavandera, el shama, de todos estos su primer apellido es malgache. También algunos reptiles, además de los ya citados camaleones, varias especies de Gecko y la Boa de Madagascar.

Camaleón verrugoso – Fotografía Javier Ruiz

Para entrar en todos los parques nacionales, hay que pagar y además contratar un guía autorizado, en Ranomafana uno de los guías comentó que era muy interesante hacer un “safari” nocturno por las carreteras que rodean el parque. Y ahí me tenéis, acercándome a un mercadillo para comprar una linterna, y notar una sensación bastante particular por eso de ser el único extranjero que pululaba por allí.

Y al caer una noche que no llovió, salí armado de la linterna y de la cámara y… ¡jopé! ¡aquello parecía las Ramblas! Pero la experiencia fue muy interesante: camaleones diminutos, ranitas que cabían en una caja de cerillas, insectos extrañísimos y, de repente, percibí una agitación especial; me acerqué a la zona de los agitados y allí estaba el lemur ratón marrón, un animalito de 12 cm (cola incluida) y que pesa 50 gr. Pude verlo perfectamente pero imposible de fotografiar, se movía demasiado rápido para los ISO de mi cámara.

De camino hacia el sur hice una parada en la reserva de Anja, un lugar especial destinado, además de a la conservación de la naturaleza, a proporcionar un medio de vida a la población local.

Me habían dicho que aquí era muy fácil ver al lémur cata o lémur de cola anillada y tenían razón, eran muy descarados y algunos se dedicaban a jugar con los visitantes; a mi me pasaron varias veces entre las piernas.

Lemur cata – Fotografía Javier Ruiz

Y la siguiente parada fue en el P.N. de Isalo. Este parque tiene más de 80.000 Ha. con una gran diversidad de hábitats: desde barrancos llenos de vegetación y pequeños lagos rodeados por la selva, hasta paisajes que recordaban a la sabana africana y zonas semi-desérticas. El parque estaba rodeado de incendios “controlados” uno de los mayores peligros para la conservación de la biodiversidad de Madagascar: conseguir carbón vegetal y aprovechar la tierra para pastos.

Pude observar una interesante cantidad de aves: Los cernícalos de aldabra y malgache, el drongo malgache, el martín pigmeo malgache, el roquero de Sharpe (muy abundante y descarado en las zonas húmedas) y también una especie parecida a nuestro buitrón pero con un nombre muy gracioso: el jiji común. Me llamó poderosamente la atención la gran cantidad de milanos negros que sobrevolaban este parque.

Cernícalo de Aldabra – Fotografía de Javier Ruiz

Y después a la zona de Toliara. Monté mis reales en Ifaty, un pueblo de pescadores, que además es una zona bastantes turística y desde allí me dediqué a explorar el bosque espinoso (hábitat catalogado como “en peligro critico”)

Ifaty - Fotografía de Javier Ruiz
Ifaty – Fotografía de Javier Ruiz

Una de estas visitas la realicé a una reserva, la de Reniala que estaba muy cerca. Vinieron a buscarme el guía y el conductor del vehículo que me llevaría hasta allí: un carro tirado por dos bueyes.

Llegué a la reserva y les indiqué qué aves me gustaría ver. ¡Ok! fue su respuesta y enseguida vi, palomas azules, loros negros, varios cuas como el corredor, el pechirrojo o el crestado, suimangas piquilargos, fodis rojo y un montón de especies más. Al final y cuando ya había perdido toda esperanza uno de los guías se metió entre un montón de arbustos espinosos y al poco rato apareció la deseada carraca terrestre rabilarga.

Carraca terrestre rabilarga – Fotografía de Javier Ruiz

Su amabilidad y ganas de complacer chocaba frontalmente con el concepto de conservación, en el camino de vuelta pude ver un tenrec erizo menor y lo vi simplemente porque lo sacaron de su madriguera para enseñarlo.

Madagascar da para mucho más (di una charla en la Universidad de Barcelona, para el Grupo Local de dos horas y me quedé corto). No he mencionado nada de su flora, pero de las 9 especies de baobab que existen, 6 están allí. Tampoco he hablado de los importantísimos problemas medioambientales que están ocasionando la pérdida de su biodiversidad

Y sobre todo no he hecho ninguna mención a sus habitantes. Sólo quiero recalcar su gran amabilidad, visité mercados, tomé cervezas con los guías, paseé por algunas ciudades, presencié algunas de sus tradiciones más importantes como el famadihana (buscarlo en Google que es muy largo de explicar). En resumen: es el lugar más increíble que he conocido.

Bulbul negro – Fotografía Javier Ruiz

Javier Ruiz

Ornitólogo, fotógrafo, y viajero. Socio de SEO desde hace más de 25 años y colaborador del Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010.

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