

Siguiendo nuestra ruta hacia Belchite hicimos un alto en la laguna de Almochuel, donde nos sorprendió la enorme variedad de limícolas (archibebe claro, común y oscuro, avoceta, correlimos común, tridáctilo, chorlitejo grande y patinegro…) que hizo las delicias del personal hasta que la lluvia torrencial nos obligó a seguir camino hacia nuestro destino, donde aprovechamos las últimas horas de luz para visitar el pueblo viejo de Belchite, y avistar al roquero solitario cebando a sus pollos entre las ruinas fantasmagóricas y los cantos de los trigueros.







Seguimos hacia la presa del embalse de la Cova Foradada, y allí los buitres salieron a saludarnos volando a escasos metros de nuestras cabezas mientras el halcón peregrino lanzaba al aire su grito de alerta para avisar a todo el mundo que aquel era su territorio.
